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El Tamarindo está enclavado a las afueras de la ciudad de Baranquilla, departamento de Atlántico, en el norte de Colombia. Muchas familias desplazadas por el conflicto armado se establecieron aquí, pero en 2008 varias empresas locales reclamaron la propiedad de la tierra y comenzaron los primeros desalojos. © AI

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El Tamarindo: En busca de un lugar al que puedan llamar hogar

María* está cansada de que la obliguen a ir de un lado a otro. Esta mujer de 54 años se ajusta el vistoso pañuelo y exhala un profundo suspiro. Es una de los 6 millones de personas desplazadas forzosamente en Colombia.>
Durante años, El Tamarindo fue un hogar para María. Enclavado a las afueras de la ciudad de Barranquilla, departamento de Atlántico, en el norte de Colombia, la finca se había convertido en un refugio seguro para muchas personas a las que la situación de conflicto armado en el país había desplazado de forma forzosa. Las primeras familias se trasladaron a la tierra en 1999 y otras fueron llegando posteriormente y se establecieron en cuatro zonas de la finca. En un determinado momento, 135 familias trabajaban la tierra, pero la vida en paz no podía durar.

En 2008, empresas locales reclamaron la propiedad de la tierra a través de procesos legales. Las autoridades locales y las fuerzas de seguridad estatales intervinieron y los primeros desalojos forzosos comenzaron.

En noviembre de 2013 le llegó el turno a María. Llegaron fuerzas de seguridad del Estado y otros hombres armados, al parecer vinculados a paramilitares, y la expulsaron a ella y a otros muchos residentes de su comunidad. Las zonas cultivadas por los campesinos, que en un tiempo eran frondosas y verdes, se han convertido en zonas estériles al paso de las excavadoras.

María no puede dejar de pensar en lo que ha perdido.

No se lo imagina, el desalojo causó el peor impacto posible en mi vida. Ser tan pobre como yo soy, y tener 54 años y que te quiten todo lo que tienes [...]. Tuve que dejar todo lo que había sembrado, todas mis plantas, mis animales, las gallinas, los cerdos y los pavos que tenía. Lo perdí todo.

¿Por qué nos tratan en esta manera?
“El día del desalojo fue muy doloroso”"Estaba en casa con una amiga. Me cogieron, me sacaron para afuera, retiraron todo afuera, lo echaron todo”.



“¿Cuál es el miedo? Que hagan lo que siempre hacen en Colombia, masacres. Han hecho miles de masacres”,




“Yo llegué a El Tamarindo en 2007. Allí trabajaba en la pequeña parcela que tenía. Cultivaba de todo, bananas, cocos, guayabas, mangos, tamarindos. Era muy hermoso”.


No se lo imagina, el desalojo causó el peor impacto posible en mi vida. Ser tan pobre como yo soy, y tener 54 años y que te quiten todo lo que tienes [...]. Tuve que dejar todo lo que había sembrado, todas mis plantas, mis animales, las gallinas, los cerdos y los pavos que tenía. Lo perdí todo”.

“¿Por qué nos tratan en esta manera?”


Aunque echa en falta su parcela, María tiene miedo de volver.

A la izquierda de la foto se ven los campos cultivados de El Tamarindo antes de los desalojos. A la derecha, las tierras de familias desalojadas que se han convertido en zonas estériles al paso de las excavadoras. © AI

“Nunca he intentado regresar [a la parcela de la que fue desalojada], es demasiado peligroso. Sigue habiendo hombres armados por todas partes y tenemos demasiado miedo para volver. Todavía hay algunas personas que viven en su parcela en la zona, pero viven con miedo".

El Mirador Espacio Temporal HumanitarioRefugio de Paz y Esperanza”,

Al gobierno local no le interesamos nosotros, no les importa que también seamos personas. Si pudiera hablar con el presidente le diría que el gobierno no maltrate a las familias pobres. No hay ni la más mínima intención de ayudar a nuestras comunidades.

Los niños se han visto particularmente afectados; tienen una mala alimentación, no hay recursos suficientes para que puedan ir a la escuela y no disponen de un espacio para jugar.

Allí, la gente trabaja en el mercado tratando de ganarse la vida”

Amnistía Internacional se une a esta petición.

“Al gobierno local no le interesamos nosotros, no les importa que también seamos personas. Si pudiera hablar con el presidente le diría que el gobierno no maltrate a las familias pobres. No hay ni la más mínima intención de ayudar a nuestras comunidades”,

Las personas como María y Juan Martínez no piden mucho, sólo un lugar seguro al que llamar hogar y una oportunidad para trabajar la tierra. El gobierno de Colombia tiene una obligación legal con esas personas, tanto de asegurar que sus derechos sean respetados y protegidos, como de proveer reparación por las violaciones que han sufrido. Ha llegado la hora de que se les proporcione un lugar donde establecerse para siempre.


recientes amenazas Bloque Norte Costa Atlántica Águilas Negras, Juan Martínez, El panfleto amenazaba la vida de muchas personas, incluidas las de El Tamarindo.

“Las personas como María y Juan Martínez no piden mucho, sólo un lugar seguro al que llamar hogar y una oportunidad para trabajar la tierra. El gobierno de Colombia tiene una obligación legal con esas personas, tanto de asegurar que sus derechos sean respetados y protegidos, como de proveer reparación por las violaciones que han sufrido. Muchas han sufrido reiterados desalojos y desplazamientos forzosos. Ha llegado la hora de que se les proporcione un lugar donde establecerse para siempre”,



“Le soy sincera, la manera de echarme de mi casa es como si me hubieran matado”,


“Sólo espero que Dios me ayude a encontrar un hogar antes de acabar en una tumba”.


* Nombre ficticio para proteger su identidad

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